SENTIR A DIOS EN TODO Y EN TODOS
UNA MÍSTICA Y UNA ASCÉTICA
Estaba yo pesimista. ¡Navidad! ¡Puf..! Tanto fuera como dentro de la Iglesia. ¿Qué tiene que ver tanto montaje económico e ideológico con el nacimiento de Jesús de Nazaret? Cada cual que busque la felicidad (¿el placer?) como quiera y cuando quiera –siempre respetando al otro y lo otro. Pero, qué pena que todo el jolgorio y el negocio se le envuelva con el manto de la “navidad”. ¿La Iglesia no podrá desvincular nuestra celebración del nacimiento de Jesucristo del bullicio festivalero de este tiempo, tal como proponía hace unos días González Faus? ¿Y no está obligada a ir poco a poco desmantelando toda la ideología religiosa que oculta la sencilla, pero grandiosa, realidad humana de Jesús, el profeta de Nazaret, y la enriquecedora propuesta de “vida en Dios” que él ha hecho?
Así las cosas, sin ganas de felicitaciones, un amigo me hace llegar la que él recibió del obispo Pedro Casaldáliga. Y sí, fue un revulsivo interior que me tonificó el espíritu. Gracias.
Aunque desde lejos, Casaldáliga fue un compañero de vida para muchos. En mi caso, 76 años, yo un poco más joven, veía en él la Iglesia por la que debíamos trabajar, la que queríamos construir partiendo de los mimbres que nos había proporcionado el Vaticano II, que luego dos papas dieron al traste. Queríamos ser curas así, como él y aquellos otros líderes eclesiásticos anteriores que firmaron el Pacto de las Catacumbas el año 1965. Él no sería obispo hasta 1971. Yo comencé a ser cura el 67.
Pues en su tarjeta de Navidad y Año Nuevo el obispo Pedro nos ofrece este suelto:
Queridos todos, …
agora sinto Deus em tudo e em todos.
… ahora siento a Dios en todo y en todos.
… ara sento a Déu en tot i en tots.
Com um abraço, feliz Natal.
Pedro Casaldáliga.
Veo al obispo Pedro, ya cargado de edad, con sus casi noventa años, muy doblado. Quizás también por el peso de tanto tiempo de militancia en favor de los empobrecidos nadando a contra corriente, tanto dentro como fuera de su Iglesia... Aunque tan delgado, lo veo grandioso, henchido de sabiduría, de esa que sabe ver y sentir lo que pocos ven y sienten. Y es ahora, casi al final de su camino, cuando puede decir: ahora siento a Dios en todo y en todos. Parece que quiera ser el gran mensaje del sabio anciano para quienes pongan su mirada en él. Es la meta mística de todo creyente. Luego -y a la par, porque a Dios lo podemos ir descubriendo poco a poco- la ascética: ser consecuentes, vivir de acuerdo con el Dios presente en todo y en todos. Un camino y dos veredas por las que marchar en el año 2018. Quizás en este andar encontremos el gusto del vivir. ¿Será esto la felicidad que nos deseamos al comenzar los nuevos años? Yo hoy así lo entiendo.
Dios, no sólo en el cielo sino en todo: arriba y también abajo, (algunos lo llaman el infierno), en la derecha y en la izquierda (algunos piensan que es donde están los malos), en el día y en la noche, en la lluvia y en la sequía, dentro y fuera… Y Dios en todos: en mí y en los míos… y en todos los otros; en los hetero y en las lesbianas, gay, transexuales o bisexuales (LGTB); en la gente de aquí y en los extranjeros, en los que viven en sus casas y en los que viven en la calle, o en la cárcel. Dios en todas las razas, Dios en todas las religiones…
Y porque eso es así, para nosotros los creyentes Dios es vínculo de unidad, nos engloba a todos, y a todos con el todo, nos hermana, nos hace familia. Así tenemos que sentirnos. Y luego comportarnos como tales. Respetarnos, ayudarnos, defendernos. A todos y a todo. ¡Unámonos en un mismo esfuerzo de hacer a los demás y a lo demás felices! En este nuevo año que comenzamos. Y luego al siguiente y al siguiente…
José María Álvarez Pipo