Crisis de humanidad
POR MIREN JONE AZURZA
Lunes, 31 de Agosto de 2015
Llora, sí, próspera Europa del siglo XXI, industrializada, culta y rica que abarcas desde la orilla placentera del Mare Nostrum hasta la punta más boreal del Océano Ártico, en la danesa Groenlandia. Llora como si hasta ahora hubieras cumplido con tus deberes de justicia y humanidad hacia los pueblos que llaman a tu puerta agotados en su indigencia. Considera lo que supone tener que huir, morirse de miedo y angustia al ver que minutos antes de tocar tierra sus pateras se hunden. ¿No sabías que las “pacíficas” fuerzas de disuasión durante los últimos años han torturado, mutilado y devuelto a muchas personas a sus infiernos sin compasión? ¿Tampoco has buceado por el Mediterráneo para observar el nuevo panorama de sus fondos marinos? ¿Eres consciente de que ahí, en ese continente africano, vecino nuestro, sigues teniendo la desvergüenza de continuar esquilmando sus riquezas a cambio de esclavitud y armas?
Barcos europeos opíparamente pagados pescan ilegalmente en Senegal. Grandes empresas europeas han establecido campos de trabajo infantil en Costa de Marfil. Del Congo extrae Francia el 87% de su energía y de Níger casi la mitad de su uranio, todo a precio de explotación laboral injusta y juego político sucio. También empresas europeas extraen del Congo la goma y el coltán. Y solo son ejemplos de muestra publicados en este periódico por el profesor Josu Sorauren.
La Unión Europea, con su troika intocable, está escaqueándose demasiado en dar con una solución humanitaria digna y adecuada a la envergadura del problema que tiene planteado. ¿Quiere seriamente ser una tierra de acogida? Hace mucho tiempo que estalló la crisis migratoria y son demasiadas las muertes y los desastres humanitarios que se han producido sin que se vea ni siquiera una aproximación a que el problema vaya a solucionarse de modo sólido. Europa podría pagar muy caro este vergonzoso retraso en la busca de soluciones.
Según la Agencia de la ONU para los refugiados, hay en el mundo 53 millones de seres humanos que han tenido que abandonar sus países de origen a causa de las guerras y los genocidios. Ni uno solo ha dejado su tierra para hacer turismo. Se nos hace difícil aceptar que, si bien serán los poderosos quienes tomen las decisiones de mayor calado, todos nosotros, la humanidad entera, tendremos que arrimar el hombro si de verdad queremos que la crisis mundial de las migraciones forzosas a la que asistimos en estos momentos vaya a tener una solución digna. ¿Tan difícil es ser hermano, hermana, de todo individuo que sufre tamaña injusticia?
Europeíllos somos y en el camino nos encontraremos. En nuestro caso concreto, si tan complicado nos resulta pasar del “EU” al “EUS”, habrá que acelerar acontecimientos y ponerse a trabajar como pueblo solidario. Esto nos ayudaría a adquirir una nueva riqueza humanitaria en el concierto mundial. Podría parecer que el tenerlo todo casi resuelto, que el camino de la existencia personal, familiar e incluso social despejado nos va a hacer, sin más, felices, fuertes, ganadores.
No podemos conformarnos con esa meta ilusa. Es el momento de la gran solidaridad. Si nos encuentran dispuestos, llamarán a nuestra puerta y una acogida solidaria nos enriquecería como personas y como pueblo.
Son demasiadas las muertes y los desastres humanitarios que se han producido sin que se vea ni siquiera una aproximación a que el problema vaya a solucionarse de modo sólido.